miércoles, 12 de septiembre de 2007

MARTES 4: Orientación

A las 9:00 nos congregan a los erasmus en la cafetería mayor de la uni. El equipo de relaciones internacionales se presenta. Una tía va diciendo países y se pone de pie la gente de cada país. Los que más hay son Alemanes, franceses y españoles. Cada uno nos ponemos en la camiseta una pegatina con nuestro nombre. Después nos llevan a una especie de Paraninfo, y nos registran en la universidad.
A las 12:00, que es la hora normal para comer aquí, voy a comer con la kummi y Slaweck, un estudiante polaco que tiene la misma kummi que yo. En la uni hay diversas cafeterías, pero todas comparten una característica: Te sirves 1 plato, una ensaladita minúscula, pan y agua, y no hay postre. Te cobran 2,30€ pero claro, la comida es escasa. Eso sí, está bastante buena, no he visto que aquí coman cosas raras.

Después volvemos al paraninfo y nos dan diversas charlas, donde nos explican desde este funcionamiento de las cafeterías, hasta las ofertas deportivas, los ordenadores que podemos usar en el campus, las organizaciones estudiantiles... y nos dan un mapa de la uni que no hay quien lo entienda. Unas charlas muy completas, la verdad, ojalá hicieran eso en la UPV con nuestros erasmus. Por cierto, la universidad consiste en varios edificios que están todos unidos por túneles, para poder ir de uno a otro sin tener que salir al exterior en los días que hace frío.
Lo que sigue es una visita a la universidad, guiada por los kummis. En ese momento mi kummi se larga a su casa, así que me quedo a pie. Entonces me acerco a un grupo de españoles, que no es que su kummi pase de ellos, sino que ellos pasan de sus kummis. Pero como algo hay que hacer, nos unimos a una finesa para hacer el tour.

Por la noche, voy con Joao a casa de un amigo suyo, erasmus también, de la uni de Salamanca. Entonces descubro que no todos los pisos son de 2 habitaciones, también los hay de muchas habitaciones, como era ése. Parecía la casa del gran hermano. Los de ese piso, que eran una mezcla de nacionalidades, me resultaron gente desagradable, y me di cuenta de la suerte que había tenido. Fue como “Menos mal que no vivo aquí!"

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